Por Rodrigo Díaz, Asesor en temas económicos de ASOEX
Aunque aún falta su ratificación, la señal enviada es –por decir lo menos- potente.
Esto fue una sorpresa para mi. El 05 de julio de 2017 Cecilia Malmström, comisaria de Comercio de la Unión Europea (UE), y Fumio Kishida, ministro japonés de Asuntos Exteriores de Japón, anunciaron un Acuerdo de Asociación Económica entre ambas partes [JEEPA].
Cuando comenzaron las negociaciones en 2013, no era una prioridad para ninguna de las partes. Pero hoy ambas economías parece que le quieren dar una lección a Trump, ya que, además de los temas típicos, es el primer acuerdo comercial que menciona el acuerdo climático de París.
Los aranceles medios entre las dos partes ya son bajos, pero todavía hay espacios de mejora.
Los exportadores de la UE pagan US$ 1.100 millones al año en aranceles a Japón y los productos agrícolas tienen aranceles en torno al 21%. JEEPA reducirá los aranceles japoneses a la carne de vacuno, de cerdo y vino, eliminando el 85% de los aranceles aplicados a los productos agroalimentarios que entran a Japón. Pero 205 productos tendrán protección vía “denominación de origen”.
También se reducirán los aranceles a las exportaciones europeas de textiles y prendas de vestir. Cuando el acuerdo entre en vigor, los aranceles japoneses sobre los zapatos bajarán de 30% a 21%, y luego a cero después de diez años. Los japoneses también han obtenido concesiones. El arancel que pagan los autos japoneses en la UE es de 10%, pero se reducirán a 0% en siete años.
Pero la negociación no fue nada de fácil. Ambas partes regatearon mucho. Primero aranceles, luego cuotas sin arancel.
Al final unos ganaron en queso otros en autos, pero Japón y la UE tienen mayores ambiciones. Consideran que los acuerdos comerciales son una forma de dar forma a la globalización pasando de los recortes arancelarios a acuerdos sobre normas y procedimientos compartidos.
Pero el acuerdo, no incluirá un acuerdo ni sobre procedimientos para resolver disputas entre inversionistas y gobiernos, ni sobre protección de datos. Ambos se tratarán por separado.
Hasta el momento, los japoneses se han negado a suscribirse a los tribunales de inversión de la UE, que se supone deben resolver las disputas comerciales de manera más transparente y responsable. Ellos son reacios a pagar por una nueva estructura cara, sobre todo porque las empresas japonesas tienden a evitar estos procedimientos legales.
Pero al final, eso implica que siguen quedando temas para futuras negociaciones.
Una evaluación del impacto del acuerdo encontró que el acuerdo podría elevar las exportaciones de la UE a Japón en un 34% y las de Japón a la UE en un 29%.
Ahora, viene lo complicado. Una vez que el texto esté finalizado, deberá ser ratificado por ambas cámaras del parlamento japonés, así como por cada gobierno nacional europeo.
Dependiendo de lo que decida la Comisión Europea, también puede necesitar la aprobación de los parlamentos europeos regionales y locales, un requisito que casi hundió el más reciente acuerdo comercial de la UE con Canadá.
Y aunque aún falta para que los japoneses coman a diario queso camembert europeo, la señal para el resto del mundo, es sin duda, potente.