Opinión: La adaptación, un desafío que exige innovación y tecnología

Junio 11, 2021|Actualidad, Opinión|

Por: Director Ejecutivo, Félix Viveros Díaz

Es un hecho cierto, el último año ha sido de una alta incertidumbre producto de la pandemia mundial y sus consecuencias asociadas. En el agro, además de los desafíos que ha supuesto el mantener una actividad que no puede sino ser realizada en nuestro campo, se suman la inseguridad y las dudas que genera el impacto del cambio climático, cuyas principales manifestaciones en el país son la disminución de precipitaciones y el aumento en las temperaturas.

El Plan de Acción Nacional de Cambio Climático 2017-2022, impulsado por el Ministerio de Medio Ambiente, prevé para el sector silvoagropecuario un desplazamiento de los cultivos hacia el sur, junto a una menor disponibilidad de aguas para riego en la zona centro producto de la extendida sequía que nos afecta, generando cambios en la producción y en los ingresos netos, resultando las zonas centro y norte las más afectadas. No obstante, este nuevo régimen climático supondría una oportunidad en las zonas sur y austral. Más allá de estos cambios, lo cierto es que habrá impactos importantes en la cantidad y calidad de los productos agrícolas y ganaderos, y en términos territoriales estos impactos afectarían de manera más severa a los agricultores del secano interior y secano costero entre las regiones de Valparaíso y del Biobío, así como también a los agricultores de los valles transversales y los ganaderos del secano costero.

La pregunta que surge es ¿cómo seguimos entonces? Si entendemos que la actividad silvoagropecuaria se sustenta sobre la tríada suelo, agua y clima, las respuestas que entrega la investigación sobre el cambio climático han establecido dos conceptos fundamentales a la hora de enfrentarlo: la mitigación y la adaptación. Desde el Centro de Información de Recursos Naturales CIREN, hemos entendido a la adaptación, más que una acción, como un principio orientador de nuestra contribución al desarrollo sustentable del mundo rural y de los recursos naturales, el cual se basa principalmente en el levantamiento y entrega de información desde la investigación rigurosa aplicando metodologías innovadoras.

En los últimos tres años, CIREN ha impulsado, con el apoyo de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), tres proyectos cuya ejecución se ha fundamentado en el modelamiento del comportamiento en diferentes zonas del territorio, proyectando las posibilidades de explotación agrícola ante escenarios de variabilidad climática y escasez hídrica. Así hemos estudiado los escenarios futuros en la cuenca del Aconcagua, Maule Sur y muy pronto presentaremos los resultados para las provincias de Osorno y Llanquihue en la región de los Lagos, en un ejercicio destinado a medir el impacto de los efectos provocados por el cambio climático interanual sobre la producción de forraje y la capacidad sustentadora animal en las praderas.

Se suma a los estudios descritos, la realización de una zonificación de la aptitud productiva de las principales áreas agropecuarias en la región de Magallanes, lo que otorgará un instrumento de apoyo a la planificación, permitiendo así expandir las oportunidades de la agricultura regional, sobre la base de las potencialidades productivas locales, entendiendo que la adaptación puede creerse también como una oportunidad, sobre todo en este tipo de territorios que aún tienen un amplio espacio de crecimiento.

Vinculado al rescate de los suelos, gracias al apoyo de CORFO, se construyó el inventario de erosión de suelos en las zonas afectadas por el mega-incendio ocurrido el año 2017 en la región del Maule. El estudio incluyó 11 comunas y 29 cuencas hidrográficas. Este inventario significó dos importantes hitos. En primer lugar, la utilización de sensores LiDAR, que permitió delimitar áreas incluso bajo el dosel de la vegetación para determinar los estados erosivos de los suelos bajo la superficie boscosa, y en segundo lugar, la valorización económica de su impacto, en función de modelos aplicados por la CEPAL.

La incorporación de nuevas tecnologías nos ha permitido generar y entregar soluciones eficientes ante problemas contingentes. Un ejemplo de ello fue lo ocurrido en diciembre pasado con el derrumbe en el canal de las Mercedes, que suministra de agua a grandes sectores productivos de las comunes de Curacaví y María Pinto. Este evento interrumpió la capacidad de riego por casi 3 semanas, en pleno periodo estival de crecimiento de frutos, hortalizas y cereales. Para cuantificar el daño, un equipo de CIREN descargó imágenes satelitales anteriores al día del evento para así armar una serie de tiempo del índice de vegetación de diferencia normalizada o más conocido como NDVI. Este trabajo fue contrastado con el uso de drones equipados con un sensor multiespectral, lo que permitió identificar todos aquellos predios afectados, focalizando la ayuda a aquellos productores damnificados en ambas comunas con los recursos necesarios según sus necesidades y en un breve periodo.

Estos ejemplos refuerzan la necesidad de continuar fortaleciendo y profundizando nuestra capacidad de incorporar el principio de adaptación al cambio climático desde una lógica del aprendizaje y la investigación, en donde las nuevas tecnologías abren crecientes oportunidades de acción e innovación para hacer frente a los nuevos desafíos y hacer más fuerte a nuestro sector silvoagropecuario ante los efectos del cambio climático.

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