por Roberto Paiva, Director de ProChile
“An apple a day keeps the doctor away”, pone el refrán. Tengo un amigo que jura que el refrán lo inventó John Lennon. Mi amigo es un mitólogo pero el refrán, nacido en Gales a mediados del siglo XIX, no solo es muy conocido, sino que expresa sabiduría y valoración acerca de los beneficios de la fruta en nuestra alimentación diaria. Decimos que Chile es el Huerto del Origen, un lugar privilegiado para los cultivos de una diversa variedad de frutales. Nuestro país posee barreras naturales que lo protegen fitosanitariamente, el desierto, los hielos australes, el océano, la cordillera de Los Andes; las condiciones climáticas son excepcionales y se comportan como auténticos y confiables cuidadores de valles, tierras y cultivos; las prácticas ancestrales y la tecnología adecuada suman trazabilidad, inocuidad, calidad y sabor. Al mismo tiempo, con fundamento y resultados objetivos, le prometemos al mundo que nuestros alimentos son Fuente de Vida. Pues bien, lejos de la mitología de aquel amigo, cada día, en los hogares y en los mercados de diversos países, quieren, eligen, prefieren, aprecian y consumen fruta chilena.
Cada día, y cada día más. En los últimos quince y veinte años hemos experimentado una verdadera revolución exportadora de fruta producida en Chile. Déjenme partir con un ejemplo explosivo: hace veinte años la granada prácticamente no se exportaba y hoy es, entre las llamadas frutas exóticas, la más apetecida en un mercado tan desarrollado como el del Reino Unido (Red Agrícola, julio 2016). Otro ejemplo; Chile es primer exportador global de cerezas, uvas y arándanos frescos; segundo exportador mundial de ciruelas frescas, nueces sin cáscara y avellanas con cáscara, y tercero en frambuesas congeladas y pasas.
Es un hecho el fuerte incremento en los montos de exportaciones, y de su participación en los volúmenes totales, de las cerezas y de los arándanos. En el caso virtuoso de la cereza el notable incremento está estrechamente vinculado con la apertura del mercado chino. A su vez, los pequeños y sabrosos arándanos reciben una creciente demanda de importadores de los Estados Unidos, a la que se suma también la apertura de los mercados de China y Corea del Sur.
Por su parte, silenciosa y anaranjada, la clementina chilena se destaca por el notable aumento de sus exportaciones en la última década, pasando de US$ 22 millones el año 2005 a US$ 39 millones en 2015. No menos destacado e importante es el acceso de la palta a los mercados de Brasil y China. En el caso de este gigante asiático, el incremento ha alcanzado tal magnitud que podemos augurar crecimientos de singular volumen como consecuencia de las distintas opciones y recetas de uso de esta fruta y que son conocidos en ese mercado.
De modo que no hay exageración al sostener con el correspondiente orgullo que la fruta chilena ha experimentado una verdadera revolución exportadora en las últimas dos décadas. Nuevos mercados, nuevos productos, innovación, protagonismo internacional, liderazgo comercial y, sobre todo, capacidades y condiciones para producir con calidad y confianza. Por todo esto también decimos que el mundo nos quiere, que el mundo consume fruta proveniente de Chile todos los días, que los consumidores nos eligen y aprecian por las cualidades y atributos de nuestros productos.
El desafío es seguir este camino de éxitos y crecimiento, con las capacidades y la potencialidad de los productores nacionales, y el permanente apoyo y respaldo de ProChile.