Por Rodrigo Díaz, Asesor de ASOEX
Muchos factores lo mueven, algunos hacia arriba, otros hacia abajo. El problema es que todos son exógenos y por ende incontrolables.
A comienzos de año el tipo de cambio comenzó a descender del rango mostrado en 2017, hasta llegar a los $ 600. Durante varios meses se mantuvo en torno a esa cifra e incluso varias semanas se ubicó en torno a $ 595.
Pues bien, en mayo volvió a subir hasta llegar a los $ 635, generando una buena dosis de calma en los exportadores de fruta fresca, en especial en aquellos que reciben sus retornos en estas fecha.
Pero a poco andar, volvió a bajar y se ubicó bajo los $ 620. Hoy ha vuelto a instalarse en $ 632.
¿A qué se debe tanta volatilidad? [en los últimos 12 meses fluctuó entre $587 y $678]. La respuesta no está en Chile, si no en el exterior, ya que el valor del dólar en Chile muestra fuerte correlación con el “dollar index”. Un indicador calculado sobre una canasta de monedas por la Reserva Federal de St. Louis.
El Dollar Index refleja los vaivenes del mundo, tanto financieros como políticos y como el dólar estadounidense siempre ha sido una moneda refugio para los inversionistas, ante cambios en la situación internacional tal como la salida de EE.UU. del pacto anti nuclear con Irán hace subir al dólar. La reunión con Kim Jong -un lo hace bajar. Las tensiones en medio oriente lo hacen subir. Las expectativas de alza de tasa de la FED lo hacen subir, entre otros.
Conclusión: el dólar es y será volátil. Aunque no nos guste.
Muchos han intentado estabilizar sus variaciones. Todos han fracasado. Chile con el sistema de bandas. Europa con subsidios. Argentina con la paridad 1-1 de los 90’s, y otros.
La única solución no aplicada es la instalación de impuestos. Pero al parecer ningún país se quiere meter ahí para no trabar el mercado de capitales, lo que podría repercutir negativamente en toda la economía a través de un alza de tasas efectivas en el mercado.
La única “solución” que hasta ahora se ha encontrado es la creación de una moneda única: el euro. Pero hasta éste fluctúa.
Por tanto, el riesgo cambiario va a estar siempre y es algo con lo cual hay que aprender a vivir, ya que muchos factores mueven al dólar, algunos hacia arriba, otros hacia abajo. El problema es que todos son exógenos y por ende incontrolables.