Los Desafíos de Extender la Fruticultura Hacia la Zona Sur de Chile Bajo un Modelo Sostenible

Marzo 20, 2019|Opinión|

Por Héctor García, Fundador y Gerente Gral. Laboratorios Diagnofruit Ltda.

Producir frutas de alta calidad y con buena rentabilidad en latitudes altas es una realidad en países como Nueva Zelanda, donde el kiwi, por ejemplo, se produce con su conocido éxito, en zonas homólogas a Valdivia y más al sur; en Chile, si bien existen algunas plantaciones de la especie cercanas a dicha zona, no es una situación común. En nuestro país la gran fruticultura se ha concentrado entre las regiones de Valparaíso y Del Maule, con excepciones como el cultivo de uva de mesa y la citricultura en el Norte Chico. El cambio climático, negocio forestal y ganadero inestable, especies y variedades que podrían estar mejor adaptadas que las clásicas plantadas en Chile y un hambre en mercados de alto poder adquisitivo para comprar fruta de alta calidad, han generado un espacio para la fruticultura en el sur de nuestro país, un claro ejemplo de lo comentado y probablemente el más potente en proyección, es la plantación de cerezos como eje de esta nueva configuración.

La gran pregunta es: ¿Cómo generamos plantaciones sostenibles considerando un alto nivel de incertidumbre debido a la escasa información LOCAL disponible? Como profesionales del área debe primar el uso de la prudencia y al mismo tiempo considerar en el flujo de caja una porción para I+D con el fin de cometer el menor impacto por errores repetidos y muchas veces consecutivos al no establecer criterios de evaluación basados en la observación científica seria.

La primera pregunta que debemos realizarnos es la aptitud de suelo y clima que tiene la zona donde planifico plantar, si tomamos el ejemplo de cerezas, contar con información de lluvias estivales, acumulación de horas frio y días grado, historial de heladas es en extremo importante. Hoy es relativamente simple contar con dicho análisis, diversos grupos dedicados a la agrometeorología como AGRIMED (Universidad de Chile) prestan este tipo de servicios generando un informe en función de las especies candidatas a plantar con datos locales, con altos niveles de resolución que nos permiten clasificar incluso distintas zonas de nuestro predio.

Entonces, condiciones de clima y suelo es relativamente sencillo de obtener, pero ahora proyectar producción, calidad, sanidad, en conclusión sostenibilidad de largo plazo del cultivo ¿cómo llegamos a generar dicho análisis? La respuesta es extremadamente difícil de establecer, las nuevas variedades se instalan de forma rápida y la información local es escasa, solo podemos realizar especulaciones en virtud de lo descrito a nivel mundial, lo que muchas veces nos lleva a error porque si el mejorador trabajó para una realidad productiva Europea, la probabilidad que funcione bajo el modelo nacional es bastante baja.

Bajo la realidad mencionada nos han comenzado a llegar a problemas a analizar, una vez que el huerto está entrando en plena producción uno de las más comunes es ataque de enfermedades que no estaban descritas o que se desconocía la susceptibilidad. Clásico y conocido en los últimos años es el caso de Verticilosis en kiwis de pulpa amarilla y más recientemente y ligado a la extensión de cerezos al sur estamos observando problemas de muerte de plantas más allá de ataques de Pseudomonas (mientras más al sur plantamos podríamos estar más expuestos a bacteriosis) que según nuestras primeras investigaciones estarían siendo producidas por hongos de amplia y antigua presencia en nuestras zonas productivas, pero sin historia afectando esta especie.

Si tenemos riesgo de lluvias según el informe agroclimático, continuando en el caso cerezas, en periodos críticos de madurez de la fruta (condición probable en ciertas zonas de mayor latitud) recomendar el uso de coberturas plásticas es un modo de soslayar el riesgo, pero que sin embargo su uso bajo condiciones de escasa precipitación, impacta la calidad de la fruta en parámetros tan importantes como firmeza, solidos solubles y frecuencias de enfermedades en pre y post-cosecha, en este sentido pudriciones causadas por géneros como Alternaria, Geotrichum y Botrytis son favorecidas en sistemas confinados. Entonces, la solución no era establecer un techo simplemente, éste debe tener cualidades que no pensamos en un inicio, como que la estructura permita su retiro e instalación rápida pensando solo en cubrir periodos críticos, y este conocimiento sólo se logra a través de análisis de parámetros estandarizados.

Dichas deficiencias en calidad hoy son segregadas por las exportadoras o muchas veces los mercados no son sensibles a su presencia; independiente de esta realidad actual, debemos plantear el desafío de establecer un estándar como país donde la calidad sea homogénea produciendo en Requinoa o en Osorno y donde la vida útil de un huerto sea similar, solo así lograremos la meta de la ansiada sostenibilidad.

Para llegar a dicha meta debemos contar con una política común entre empresarios y estado, donde la investigación, desarrollo e innovación siempre acompañen los nuevos desafíos, y no solo en proyección, muy importante es la generación de historia, modelos de monitoreo transversales son claves para el desarrollo de una industria atomizada, aprender de nuestros éxitos y fracasos es la premisa, para lograrlo debemos recoger datos, realizar análisis y transformar todo en información oportuna, digerida para uso en campo por cualquier eslabón de la cadena productiva.

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