Las temporadas de producción de Chile y Sudáfrica dejar una ventana entre mayo y julio, que ahora será cubierta con lo que se produzca en Colombia, mediante una empresa gestionada en conjunto por la frutícola nacional y la sudafricana Westfalia.
La exportadora frutícola chilena Subsole se encuentra desarrollando un proyecto de colaboración con su antigua competidora sudafricana Westfalia, en virtud del cual abastecen en conjunto a sus mercados de destino con paltas colombianas en los meses en que el fruto no se produce en sus respectivos países, permitiendo así un abastecimiento continuo durante todo el año.
Miguel Allamand, presidente de Subsole, explica que entre mayo y julio de cada año no había paltas para exportar, por lo que los consumidores tenían que comprar palta española, lo que no era óptimo.
“Transformamos la competencia internacional en colaboración internacional, en vez de competir por los mercados, vamos juntos. Lo que ambos necesitamos es llevar un producto de calidad homogénea a lo largo del tiempo. Partimos el año enviando palta sudafricana, luego palta colombiana y finalmente palta chilena”, dice Allamand.
Sostiene que para implementar este proyecto formaron una sociedad según las leyes colombianas, en que Subsole y Westfalia participan en partes iguales. Esta nueva compañía, Westsole, compró 200 hectáreas, que en este momento se están plantando con paltos.
El empresario explica que la pérdida de poder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han dejado libres terrenos que los agricultores antes poseían pero no se atrevían a trabajar. “En la medida en que las FARC retroceden, el agricultor vuelve al campo, con la ventaja de que es un campo versión 2015, no 1990, entran en una fruticultura que ya va corriendo fuerte”, señala.
Sostiene que el cierre de áreas productivas por la violencia que hubo en Colombia es similar a lo que hoy pasa en La Araucanía, donde el productor que se ve enfrentado a la violencia desiste de producir.
“Al margen de las dificultades que estemos viviendo, las posibilidades de desarrollo de Chile en el mundo frutícola son extraordinariamente altas; tenemos un mundo cuya demanda por frutas de calidad es creciente, con un equilibrio bien interesante, porque los compradores entienden que el precio es proporcional a la calidad y están dispuestos a pagar por calidad”, sostiene el empresario.
Inversión extranjera
El empresario asegura que así como hay agricultores chilenos que invierten en el exterior, hoy existe interés de inversionistas extranjeros en invertir Chile en el sector agrícola.
Sostiene que invertir en tierra es estable, y que esto apunta a una manera nueva de industria agrícola. “Hoy el dueño del campo endeuda el bien raíz por un valor similar a la deuda para poder plantarlo, y con esa mochila a cuestas debe enfrentar las vicisitudes del dólar, que lo hacen descapitalizarse, y cuando quiere reconvertirse, la deuda no se lo permite”, dice Allamand.
Explica que la idea es inyectar capital de terceros a la propiedad, de modo que el agricultor con su propio capital pueda desarrollar los proyectos. “Es un cambio que va a ser necesario, la agricultura chilena necesita un flujo de capital”, sostiene. Agrega que una parte importante del due dilligence que están haciendo los interesados consiste en evaluar el riesgo del agua. “Todo esto se basa en la certeza jurídica de que el agua es un derecho con el que tu cuentas, y no te lo pueden quitar en cualquier minuto; si tú quitas ese derecho al agua, el sistema se cae, no hay seguro que lo cubra”, asegura.
Según el empresario, hoy en California una proporción sustantiva de la superficie está en manos de fondos de inversión, ya que las empresas agrícolas se asocian con un inversionista y tienen un gestor agrícola altamente especializado. “Viene un cambio necesario, la agricultura chilena necesita un flujo de capital”, sostiene.
Sequía en el norte
Allamand sostiene que pese a las lluvias, en Ovalle hay una parte importante de propietarios que no se van a recuperar de la sequía, y que la situación es grave, al punto que hay agricultores que está cerrando los campos. “Yo creo que muchos de los campos con derechos eventuales de aguas no se van a plantar. Hoy existe una reducción de entre 40% y 60% de la producción en el Limarí, que afecta a plantaciones de palta, uva y cítricos”, dice el empresario.
Afirma que será el sector agrícola el que tendrá que hacer la pérdida, y que para que la pérdida sea compensada debieran coordinarse la banca, los agricultores y el Gobierno. “La banca tiene que buscar la manera de participar racionalmente en la pérdida; el Gobierno tiene que tomar medidas excepcionales para situaciones que son excepcionales, y los agricultores tienen que reducirse y hacerse más eficientes”, asegura Allamand.
Fuente: EyN