I+D: Creciente uso de beneficio tributario

Enero 18, 2021|Actualidad, Nacionales|

El año 2020 quedó marcado por la pandemia y las dificultades económicas sufridas por el país como consecuencia de las restricciones a la movilidad que ella indujo. Eso afectó tanto a las empresas, que vieron disminuir la demanda por sus productos, como a las personas que, como resultado de lo anterior, perdieron sus empleos. A pesar de ello, el año pasado marcó un récord en la utilización del beneficio tributario que el Estado ofrece a las compañías que hacen investigación y desarrollo, tanto en el monto total certificado (alrededor de US$ 100 millones), como en el número de proyectos (173) y empresas involucradas (129) en ese total. Es posible que parte de este mayor uso haya sido forzado por las dificultades que implicó la pandemia, o que lentamente las compañías estén comenzando a orientar una parte de sus esfuerzos a la investigación y desarrollo de nuevos productos y servicios, indicando de esa manera una incipiente asimilación de la importancia que esos factores tienen en el éxito de su actividad.

El beneficio tributario que ofrece la ley es generoso, pues permite descontar de los impuestos a pagar por la compañía el 35% de lo invertido en I+D. El resto es aceptado por el SII como gasto necesario para generar la renta, y se descuenta de la base imponible del impuesto de primera categoría, con lo cual el beneficio total alcanza al 52,55%. Subsisten algunos problemas, porque aunque este beneficio puede utilizarse hasta en un lapso de 10 años, si se trata de star-ups que no tienen ventas o utilidades importantes, ello no les resulta atractivo en el corto plazo ante la imposibilidad que enfrentan para financiarlo.

Aunque la noticia es positiva, sigue siendo evidente el bajo número de empresas de base tecnológica en el país.

Por otra parte, es necesario reconocer que los montos involucrados, así como la cantidad de empresas y proyectos referidos, son aún muy bajos. Ello puede ser el resultado del también escaso número de empresas de base tecnológica que hay en el país. En las naciones desarrolladas, el mayor esfuerzo en I+D lo realiza el sector privado. Pero, para que eso ocurra, es necesario que el país cuente con una base científico-tecnológica robusta, la que normalmente es impulsada inicialmente desde el Estado, para que el conocimiento así generado se vaya incorporando al sector productivo, que de esa manera se va transformando en demandante de más conocimiento, retroalimentando el proceso de manera virtuosa. La colaboración público-privada implícita en lo anterior requiere de la convicción del Estado para sostener esos programas, y de los esfuerzos de todos por terminar con los espacios de desconfianza que aún subsisten entre uno y otro.

Fuente: El Mercurio
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