Especialista INIA Dr. Carlos Ovalle: “Diseñamos una sanidad vegetal responsable con el medioambiente”

Durante dos días se reunieron más de 30 científicos del programa de sanidad vegetal del Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA, para abordar los principales problemas que afectan a la agricultura nacional y avanzar en desarrollar nuevas tecnologías eficaces y respetuosas con el Medio ambiente.

El grupo de Sanidad Vegetal del INIA lo conforman entomólogos, fitopatólogos, virólogos y especialistas en nematología dedicados a generar conocimientos que resuelvan o mitiguen los problemas fitosanitarios que inciden directamente en la productividad y futuro de los cultivos, utilizando herramientas efectivas que contribuyan a prevenir y minimizar riesgos e impactos a los seres humanos y al medio ambiente.

Si bien es cierto, Chile goza de un alto prestigio fitosanitario y zoosanitario, tanto por las condiciones geográficas que dificultan la llegada de nuevas plagas como por el cuidado de su patrimonio sanitario, el riesgo en el territorio nacional es cada vez mayor, que en parte es producto de una economía del país abierta al mundo, y que implica una amenaza de ingreso de nuevas plagas.

En lo que se refiere a insectos plagas y enfermedades que dañan productos agropecuarios y forestales, son varias las especies que se han establecido recientemente. Se puede mencionar la polilla del racimo de la vid, chinche pintada en crucíferas, drosófila de alas manchadas, chinche hediondo y enfermedades como el cancro bacteriano del kiwi. Además, en los últimos años se ha observado la reemergencia de problemas sanitarios endémicos que han provocado pérdidas importantes a nivel nacional, debido a cambios en los sistemas productivos de cultivos tradicionales, cambios en las características genéticas de los patógenos e inestabilidad climática; factores que favorecen la patogenicidad de enfermedades como el caso del tizón tardío en papas, nemátodo dorado (Globodera rostochiensis y G. pallida) y la marchitez bacteriana (Ralstonia solanacearum) en el cultivo de la papa en el sur del país; royas en cereales y enfermedades bacterianas y virales en cultivos y hortalizas.

Carlos Ovalle, Dr. en Ecología, coordinador Nacional del Programa de Sustentabilidad y Ambiente del INIA respondió estas preguntas, considerando que el gran tópico es contribuir a generar nuevos conocimientos para reducir el uso de plaguicidas y mitigar el impacto ambiental en la agricultura.

¿Por qué se sigue usando una alta carga de plaguicidas sabiendo que el impacto es fuerte?
“Los plaguicidas no se pueden eliminar absolutamente de los sistemas de producción y de control de las plagas y enfermedades. Son una herramienta necesaria para la agricultura intensiva que realiza el país y porque hay desafíos y amenazas que es necesario controlar.

El problema no es estrictamente el uso de los plaguicidas sino el uso indiscriminado y mal manejo de los agroquímicos. Tenemos que tender a una agricultura de futuro donde los agroquímicos se puedan reemplazar por bioproductos más sustentables con el medioambiente.

Existe una necesidad de investigación que genere conocimientos y tecnologías para abordar la situación actual de plagas emergentes y problemas reales que los productores están enfrentando en sus huertos y cultivos, pero también el desafío de disminuir el uso de agroquímicos por los impactos ambientales y porque los ciudadanos quieren consumir alimentos inocuos, limpios y sin residuos”.

¿Por qué señala que el mayor problema se relaciona con el manejo de los agroquímicos?
“En primer lugar esto tiene que ver con la tecnología que se usa en el país para la aplicación de los plaguicidas. Es muy difícil dosificar y aplicar en menor cantidad con los equipos que usa el productor. Esto requiere de una política pública donde el agricultor pueda reemplazar sus maquinarias que muchas veces están obsoletas, que tienen problemas para una correcta calibración de los equipos y que tienen deficiencias en su funcionamiento.

En segundo lugar es el exceso de aplicaciones. Actualmente existe una brecha tecnológica en términos que el agricultor muchas veces aplica por calendario y no en referencia al manejo integrado de plagas donde las aplicaciones se hacen tomando en consideración la magnitud del problema que tienen que resolver. Se debe reconocer que existen plagas cuarentenarias que no pueden estar presentes en los productos que se exportan y muchas veces el exceso de celo para su control conlleva aplicar protocolos con una alta carga de agroquímicos.

En resumen habrían dos temas. Uno es tecnología de aplicación y otro el manejo de la plaga con excesos de aplicaciones. Nuestros estudios en el caso de la fruticultura en manzana y uva de mesa han determinado que el número de aplicaciones es excesivo llegando a 15 ó 18 aplicaciones en circunstancias que con las tecnologías que ha desarrollado el INIA se puede reducir a la mitad o menos de la mitad”.

¿El escenario fitosanitario ha cambiado durante los últimos años dado que hay que alimentar una población mucho mayor?
“Es indudable que ha habido avances en temas de tender a una agricultura con menor uso de agroquímicos básicamente porque es una preocupación no solo por la productividad, sino por temas ambientales y de inocuidad. Hay nuevas herramientas que se están desarrollando, incluso las empresas que venden estos productos están mirando hacia productos más biológicos y amigables con el medio ambiente”.

Pero, también han ido apareciendo nuevos problemas en materia de sanidad vegetal en Chile. ¿Ustedes como científicos cómo han ido abordando este aspecto?
“El tema de las plagas emergentes que se han generado por las variaciones del clima, condiciones, de temperatura, humedad que generan una dinámica distinta en las poblaciones de plagas en general. Por otra parte, un país abierto al ingreso de mercancías y personas es puerta de entrada relativamente fácil a macro y microorganismos. Además, Chile tiene un comercio internacional muy activo, situación que lo hace un país muy permeable al ingreso de nuevas plagas y enfermedades”.

¿Cómo este grupo de investigadores vislumbra la sanidad vegetal de nuestro país de aquí a 20 años, en términos de generación de conocimientos y problemas nuevos que resolver?
Precisamente, el objetivo de la reunión fue pensar hacia adelante de imaginar o diseñar la agricultura que vamos a tener en 10 ó 20 años más. En ese sentido, las líneas de investigación principales que estamos planteando son Manejo Integrado de Plagas y Enfermedades (MIPE), análisis de riesgo de plagas y enfermedades emergentes, ecología química y evaluación de sustancias naturales en el control fitosanitario, sanidad vegetal y cambio climático, evaluación de agentes de control biológico y polinizadores y tecnologías de aplicación de plaguicidas.

En el manejo sostenible de la sanidad de los cultivos, las investigaciones se orientan a fortalecer la producción de alimentos de alta calidad e inocuidad, mediante estrategias de manejo integrado basadas en el uso de herramientas que involucren alternativas químicas, biológicas, culturales, genéticas y ambientales, de tal forma que los bienes a producir cumplan con todos los requisitos de calidad y que estén libres o bajos en residuos.

Hay cambios, pero esto es lento porque hay muchas amenazas y estas tienen que ser investigadas. Hay que conocer la magnitud, la biología, la dispersión, hay que monitorear y diseñar estrategias para controlar. Esto requiere de recursos y de una efectiva articulación del sector público y privado”.

Es optimista respecto a lograr una agricultura sustentable con menor carga de plaguicidas. ¿Cómo fue la reflexión del grupo?
“Aquí hay un desafío enorme para nuestros investigadores en el sentido de la utilización de productos que sean amigables con el medioambiente, con una mirada de manejo integrado de plagas, de uso de bioinsumos como entomófagos y hongos entomopatógenos. En Chile todavía se comercializan productos con etiqueta roja que son muy tóxicos y de alto impacto sobre el medioambiente, habiendo productos más amigables con el medio ambiente. Es un problema de costos y de capacitación de extensionistas y productores.

En eso hay una responsabilidad nuestra en el desarrollo y evaluación de productos y realizar un proceso de transferencia de tecnologías que tomen en cuenta estos resultados y lo que están recomendando los extensionistas para el control de plagas.

Tenemos casos exitosos de uso de control biológico de muchas plagas en cultivos, hortalizas, frutales y especies forestales. Como los agroecosistemas son dinámicos, existe consenso que hay que seguir impulsando fuerte el Manejo Integrado de Plaga y una política pública que apoye el uso de nuevas tecnologías en el campo y el reemplazo de las maquinarias de aplicación uso de productos de menor impacto ambiental, determinación de umbrales económicos que indican si es necesario aplicar o no, monitoreo de plagas, etcétera. Muchos proyectos del INIA en fruticultura, horticultura y cultivos lo han comprobado y hoy es un imperativo desarrollar estrategias adecuadas, para mantener a estos agentes competidores por debajo de los niveles de daño ecológico y económico”.

Fuente: Inia

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