Lograr mantener las frutas en buen estado por la mayor cantidad de tiempo posible o que incluso puedan llegar a países lejanos en perfectas condiciones, son parte de los principales objetivos actuales cuando se habla respecto a la comercialización de las frutas chilenas.
Antiguamente esa tarea era relativamente simple, de la mano de los clásicos insecticidas. Sin embargo, el avance en estudios en esa área ha comprobado que los insecticidas son contaminantes, traen muchos compuestos que afectan la inocuidad de la fruta, y también, su mal uso perjudica aspectos del medioambiente.
Esa disyuntiva, entre mantener la calidad de la fruta junto con encontrar una solución orgánica y amigable con el medioambiente, motivaron a Tania Zaviezo, agrónoma, doctora en entomología y académica de la Facultad de Agronomía y Sistemas Naturales de la Pontificia Universidad Católica, PUC, a trabajar en esta investigación relacionada con la sustentabilidad y que ayudaría a reducir el impacto medioambiental y la huella de carbono, producida por el uso de los insecticidas.
Una “mini selva”: control biológico para reducir plagas en las frutas
Según Zaviezo”Estamos trabajando una investigación relacionada al control biológico, que es el uso de los enemigos naturales de las plagas para su control. Lo anterior, puede ser usado con distintas estrategias: introducir un enemigo natural (efectivo, específico e inocuo) a una nueva zona geográfica o criar en grandes cantidades un enemigo natural ya existente y liberarlo en los mejores momentos”.
Dicha investigación partió hace ya diez años, periodo en el cual han estudiado el parasitoide de la polilla de manzana, llamado Mastrus ridens, el que actúa paralizando a la larva de esta plaga (Cydia pomonella). Posteriormente, el parasitoide deja huevos sobre la larva y su descendencia se alimenta de esta, eliminándola por completo. “La idea es trabajar el control de plagas con recursos que la misma naturaleza ya provee y así reducir el uso de plaguicidas en la agricultura”, detalló la experta.
Se trata de mecanismos de control biológico y -aunque se liberen en masa- su modo de acción es distinto, dado a que no hay un agente tóxico involucrado. Lo anterior se explica porque en el mundo de las plagas existen organismos que son herbívoros y otros que se alimentan de ellos.
“Es como una ‘mini selva’. Pero -para su uso en agricultura- es importante usar aquellos específicos, que se especializan en alimentarse de unas pocas especies, y así pueden tener un mejor control, sobrevivir con bajas poblaciones de la plaga, y no terminar alimentándose de aquello que no es el objetivo”, agregó la académica.
Viaje clave a Kazajistán
Para poder avanzar en la investigación, Zaviezo junto a investigadores colaboradores viajaron hasta Kazajistán en febrero de este año, específicamente hacia “la zona de origen de los manzanos”, ubicada en las montañas de Tien Shan, al sur oeste de ese país. Fue ahí donde aprendió cómo trabajaba este parasitoide Mastrus ridens y cómo podría ayudar en el control de la plaga de la manzana.
Durante esta investigación, la académica Zaviezo junto a su equipo han logrado relacionarse con grupos de investigación de diversos países, pasando por el Instituto de Protección de Plantas y Cuarentena de Kazajistán, el Institut National de la Recherche Agronomique (INRA) de Francia, Plant and Food Research de Nueva Zelanda y más recientemente con el Department of Energy, Environment and Climate Action de Australia.
“Trabajar en esta investigación ha sido muy gratificante. Hemos compartido con distintos grupos de investigación, respecto a problemas de plagas y el deseo de generar métodos no contaminantes para combatirlas”, afirmó Zaviezo.
“Hemos podido descubrir aspectos de la biología de esta especie que no se conocía, explorar algunas hipótesis de biodiversidad y servicios ecosistémicos, y aportar con conocimiento para la práctica del control biológico en un amplio ámbito”, finalizó la investigadora y docente de la Facultad de Agronomía y Sistemas Naturales UC.