Argentina y Turquía, riesgo en los emergentes

Agosto 20, 2018|Opinión|

Por Rodrigo Díaz, Asesor de ASOEX



En ambos casos, el dólar se va a las nubes. En Chile, ya está en $ 670.RodrigoDazEn Argentina [0,8% PIB mundial], antes del 1 de mayo el dólar se transaba a poco más de AR$20. Hoyse ubica sobre los AR$29 [+45%, ver gráfico].

¿Por qué tanta devaluación? Las razones son dos. Por una parte, la masa monetaria ha aumentado fuertemente provocando inflación [> 30% anual] y, por otra, una recesión efectiva gatillada por la sequía que afecta al sector alimentos en ese país. Por su parte el Gobierno sigue manteniendo un déficit fiscal importante el que está tratando de suplir contrayendo deuda con el FMI [el mercado financiero de Buenos Aires es muy pequeño como para que el Gobierno se endeude en AR$]. Y por su parte, el Banco Central Argentino acaba de elevar la tasa de interés al 45% [en Chile es 2,5%].

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En Turquía [1,1% PIB mundial], antes del 1 de mayo, el dólar subía lentamente entre TK$ 3,75 y 4,10. A partir de entonces escala primero sobre los TK$4,5 pero finalmente se estabiliza en torno a TK$ 4,60. La debacle viene a partir del 1 de agosto cuando el tipo de cambio subió hasta TK$6,9 [+50%, ver gráfico].

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El problema en Turquía es que el presidente Erdogan está minando las instituciones, al punto que la inflación a julio de este año llega al 15,9%. Esto ha generado una fuerte desconfianza en los inversionistas quienes han reducido sus posiciones en dólares en ese país. Y si bien el Banco Central de Turquía ha intentando reducir la devaluación, está lejos de anularla.

Al parecer, para ellos la única solución es –al igual que los argentinos- pedir ayuda al FMI. Curiosamente, al igual que en 2001, ambos países se encuentran en crisis similares.

Estas devaluaciones traen dos efectos. Por un lado sube el dólar en Chile, lo que es bueno para el sector exportador no cobre. Pero por otro, las devaluaciones externas también tienen un efecto precio en nuestros productos exportables, ya que se encarecen, lo que reduce la cantidad demandada en los países de destino.

La situación es compleja. No existen soluciones mágicas en economía. De hecho suele pasar que los desequilibrios al comienzo no se notan, pero con el tiempo se revelan y cuando lo hacen, son más grandes de lo que es posible manejarlos en el corto plazo.

En resumen, no sólo hay que considerar que el alza del dólar es una buena noticia para los exportadores. También hay que considerar sus causas. Y lo que hay detrás son malas noticias, una mezcla de crisis de balanza de pagos, con recesión en el sector real.

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